lunes, 31 de octubre de 2022

Poema Remembrante

 Ceras Kalato

TEOREMA II

Sentía que todos estaban pendientes de sus palabras, de sus gestos; atentos a prestarle apoyo, acompañar sus proyectos, complacer sus gustos por extravagantes que fueren; no dudaba en acometer las menos prometedoras aventuras, ni en asumir los más difíciles compromisos; el mundo giraba a su alrededor; era bella, estaba llena de energías, pletórica de vida; generosa y esplendida, no le interesaba conservar nada sino únicamente desplegarse extenderse sin límites; se mostraba segura, incontrovertible, arrogante, desdeñosa, soberbia. La amé, la amo todavía.

Disfrutó el frío de las heladas punas, contempló sosegadamente la inmensidad del cielo estrellado; en silencio escuchó el ir y venir de las olas; sintió el mar mojándole los pies; prestó atención al canto de los pájaros al amanecer y al bronco sonido de los ríos. Todo eso y muchas cosas más. 

Al principio se sabía débil, sin mérito o gracia, torpe, subordinada, temerosa, humillada, cobarde y vivía entre el desasosiego, la niebla y la obscuridad; descubrió la rebeldía, aprendió la refutación, la virtud del silencio, el valor de la oposición y la réplica;  encontró aliento en la moda, la música, la pintura, la poesía, el teatro; y se vistió con nuevas ropas, nuevos disfraces, aprendió nuevas danzas y bailó entonando canciones modernas y remotas que aprendió de memoria; escucho el sonido de su voz, sus alaridos, el de las voces y alaridos ajenos, los cantos del coro y la alegría dela comparsa; los aplausos y las luces.

Hace algún tiempo se muestra silenciosa, ajena, sin atavíos, remembrante, desinteresada; envuelta en una belleza sosegada, tranquila, opaca; rechaza el bullicio, el aplauso, la crítica, retraída en si misma; sus días discurren sin afán, carente de sueños, proyectos y de compromisos; disfruta con moderación de las luces del amanecer y del acompasado ritmo de las noches.

Cree que al fin ha logrado entender todas las formas del amor, su complejidad y sus extravíos y sabiéndolo ahora, sabe que nunca amó; que su amor desparramado fue siempre defectuoso, parcial, insuficiente, mediocre, reducido, insatisfactorio; infantil, ignaro y torpe. Acusa su descuido, ignorancia, falta de voluntad y de reflexión. Sabe que el tiempo se aleja de ella y entiende que su oportunidad paso. Sin embargo ensueña y yo la aliento suavemente.

Una noche a las orillas de un rio en medio de la exuberante selva, mientras escuchaba el canto de los pájaros, el chillido de los monos en los árboles, el rumor del discurrir de las aguas y el sonido de las hojas movidas por el viento, sentí que se alejaba de mi silenciosamente y pensé que me abandonaba, como sé muy bien algún día ocurrirá.  Pero no fue así, se quedó conmigo.

Desde entonces le presto más atención. La despierto muy temprano, la llevo de paseo en bicicleta, al teatro, le busco distracciones; le recito versos de Dante, la poesía de Rubén Darío; le explico las razones de la Razón Pura, la refutaciones Nietzsche y la novedad de los post modernos; la conduzco hasta la orilla del mar,  a los lugares que sus pies hollaron; busca en la noche estrellada algún signo, en la lectura algún encuentro y en la música alguna incitación.  

En las noches despierta dos o tres veces para acomodar el cuerpo, ajustar músculos y articulaciones; en las mañanas hace estiramientos y se da baños con agua fría y caliente para templar el cuerpo; le hago masajes en los pies y articulaciones; la llevo de paseo, le procuro algunas ocupaciones simples; le preparo el desayuno, el almuerzo y la cena. La cuido, pero siento que mis cuidados la agobian, mi amoroso afán la aprisiona. Marchita día a día. Es mi vida, me pertenece íntegramente.

No sé cómo deshacerme de ella.

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